Abrir puertas a la abundancia

Metamedicina y alrededores

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Escucha bien :

«millones de personas viven en la angustia de no poder llegar a fin de mes, otras son conscientes de que están atrapadas en mecanismos de autosabotaje de los que no saben cómo liberarse; algunas no se dan cuenta de que están cerrando la puerta ante la riqueza y se consuelan diciéndose a sí mismas que el dinero no es lo que cuenta en la vida. Otros están convencidos de que la prosperidad económica es simplemente algo para lo que no están destinados».

Éste es el prefacio de uno de los libros de Claudia Rainville.

¡Hoy hablamos de la abundancia y de cómo la limitamos!

¿Y tú? ¿qué crees sobre la abundancia?

Cuando hablamos de abundancia, nos referimos a una sensación de prosperidad que puede impregnar todos los ámbitos de nuestra vida.

No nos referimos sólo al dinero, sino a la prosperidad en las relaciones, en el sentido de la realización personal, en la capacidad de perseguir nuestros objetivos y en acoger la abundancia y la riqueza en nuestras vidas.

Es importante recordar que la sociedad, formada por cada uno de nosotros, nos ha enseñado que la abundancia no es accesible a todos, sino que está reservada a unos pocos.

Esto ha generado muchos conceptos erróneos sobre el concepto de abundancia, creando una sensación de exclusión para muchos.

Uno puede pensar que gana bien en la vida laboral, pero tiene carencias en el ámbito de las relaciones o en la realización de su verdadero yo. Estas creencias nos impiden entrar en contacto con la abundancia y dejar que entre en contacto con nosotros.

Hay múltiples capas que nos separan de la abundancia: creencias colectivas, creencias sociales, creencias familiares y nuestra experiencia personal.

E incluso cuando «tenemos permiso para acceder» a la abundancia, a menudo se trata de un permiso limitado, sólo en determinados ámbitos de la vida o en un determinado plano de existencia.

Empecemos explorando el concepto de dar y recibir , porque es el primer paso hacia un sistema de intercambio sano.

Como comento en el vídeo/artículo sobre el asma, este concepto de intercambio funcional también es crucial cuando consideramos enfermedades como el asma, en las que existe un intercambio vital de oxígeno con el mundo exterior.

Observando el concepto de abundancia en 360 grados, podemos ver que allí donde existe un flujo entre dar y recibir, la abundancia puede circular libremente.

Por el contrario, cuando falta este equilibrio o hay un bloqueo en cualquiera de los dos lados del intercambio, la abundancia tiene dificultades para entrar o llegar hasta nosotros.

Por experiencia personal, y la compartida con muchas personas, me he dado cuenta de que a menudo es más fácil dar que recibir.

Pero, ¿por qué? ¿Qué nos impulsa a dar siempre?

Puede haber intenciones de las que no somos plenamente conscientes que subyacen bajo este movimiento hacia dar siempre.

Por ejemplo, puede existir el deseo de sentirnos generosos o enriquecidos emocionalmente cuando damos a los demás sintiéndonos superiores, mejores o provocando dependencia, teniendo poder sobre los demás o necesitando mantener un papel de sacrificio o victimismo.

Es importante preguntarse si esta donación es auténtica o si oculta otras intenciones, como por ejemplo

Por lo tanto, cuando reflexionamos sobre dar y recibir, debemos considerar no sólo el acto en sí, sino también (y sobre todo) las motivaciones más profundas que nos impulsan a actuar de una manera y no de otra.

Estar siempre en la posición del que da también nos permite crear dependencia. Piénsalo: podemos hacer que nuestros hijos, nuestra pareja o nuestros compañeros dependan de nosotros en el trabajo cuando intentamos hacer más para demostrar nuestra valía y mantener nuestro puesto.

Dar nos da el control de la situación y puede hacernos sentir superiores, permitiéndonos mantener a la gente cerca de nosotros.

Curiosamente, los que dan mucho también pueden tener un carácter controlador. Dar puede convertirse en una forma de ejercer control sobre los demás y sentirse superior.

¿Por qué es tan difícil recibir?

Nuestro ego puede oponerse a la idea de ponernos en una posición de humildad para recibir. Pedir o recibir algo puede hacernos sentir vulnerables y cuestionar nuestra autoestima y nuestra capacidad de ser autónomos.

A veces evitamos pedir ayuda porque tememos quedar en deuda con quienes nos han ayudado, o porque tememos el rechazo o la falta de apoyo de los demás.

Tal vez nos digamos a nosotros mismos que nadie nos ayudará ni nos escuchará, así que sentimos que tenemos que hacerlo nosotros mismos. Estas frases resuenan de algún modo en nuestro interior o entre las personas que conocemos.

A veces, nos cerramos a la posibilidad de recibir porque tememos no ser dignos.

El miedo a pedir puede deberse al sentimiento de no querer depender de los demás o al temor a que nuestras peticiones no se cumplan de acuerdo con nuestras expectativas. No queremos sentirnos en deuda, incapaces o rechazados, así que evitamos pedir o aceptar ayuda.

Es difícil aceptar que necesitamos a los demás porque esto podría poner en entredicho nuestra autonomía.

Sin embargo, es importante recordar que autonomía no significa hacerlo todo tú mismo.

A menudo crecemos con la idea de no molestar a los demás y de tener que valernos por nosotros mismos, pero esto puede conducir a una visión distorsionada de la autonomía.

En realidad, la autonomía consiste en ser capaz de reconocer cuándo necesitamos ayuda y de pedir apoyo cuando sea necesario. Es un acto de humildad y autocuidado, no de debilidad.

Reconocer la propia valía no depende del éxito externo ni de las calificaciones académicas, sino de la capacidad de escuchar al propio corazón y aceptar quiénes somos realmente.

Dar y recibir forman parte de un importante equilibrio en la vida.

Cerrarnos a la posibilidad de recibir puede limitar nuestro crecimiento personal e interrumpir el flujo natural de abundancia. Es esencial aprender a recibir con gratitud y a pedir ayuda cuando sea necesario, sin dejar que nuestro ego se interponga.

Cuántas veces me dices en terapia: «Tengo la sensación de que tengo que compensar mi miedo a no valer lo suficiente con una abundante colección de títulos y etiquetas«.

y luego trabajar juntos el descubrimiento

«Me encontré creyendo que mi identidad estaba definida por estas distinciones, incapaz de imaginar una vida fuera de ellas. Pero entonces, cuando tomé la decisión de cambiar mi vida y abandonar estos títulos, descubrí que mi verdadera identidad no necesita etiquetas para existir. Ahora estoy más abierta a vivir en el mundo sin la molestia de un título».

Reconocer la propia valía es crucial porque a menudo creemos que sólo merecemos la abundancia si nos la ganamos, si sudamos y nos sacrificamos.

Me he dado cuenta de que muchas personas asocian su valor a la cantidad de esfuerzo y sacrificio que ofrecen.

Sin embargo, esta ecuación no es correcta. La valía personal no debería estar condicionada por la cantidad de esfuerzo que realizamos, sino simplemente por el hecho de existir.

Vivir para demostrar la propia valía a los demás es una tarea titánica, ya que los demás siempre nos juzgarán con sus propios parámetros y filtros personales. Reconocer el propio valor significa liberarse de estas expectativas externas y abrazar lo que realmente somos, sin etiquetas ni títulos.

¿Cómo se llega hasta allí? Hay muchos caminos, la Metamedicina ofrece la herramienta de la liberación de la memoria emocional, también me gusta mucho trabajar sobre el ego. Son dos trabajos complementarios que combino en mi práctica con los clientes.

Mientras que la primera, la liberación de la memoria emocional, consiste en liberar al niño interior de las creencias limitantes, la segunda se refiere a la parte egoica que dice «no soy suficiente» o «valgo más».

¿Cuántas veces nos hemos encontrado pronunciando frases como «no pido nada a nadie porque demostraré que puedo hacerlo por mí mismo»? Estas afirmaciones reflejan la creencia de que uno debe demostrar su valía a los demás mediante el esfuerzo y el compromiso constantes.

Recuerda:

Vivir sin etiquetas es posible y liberador.

Significa abrazar tu autenticidad y aceptarte por lo que eres, más allá de cualquier definición externa.

Liberar al auténtico yo de los grilletes de las etiquetas y las expectativas es un acto de valentía y libertad interior.

Escrito por Alexandra Francesca D'Alessandro

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