Buenos días. ¿Nos conocemos? Me llamo Sentido de Culpa. Seguro que nos hemos conocido… es posible que te hayas cruzado conmigo algunas veces, pero lo más probable es que me lleves en el bolsillo todos los días, en el trabajo, con tu familia, entre tus amigos.
Soy un poco pesado, ¿verdad? Sé que con gusto prescindirías de mí… o tal vez no, tal vez realmente no quieres dejarme ir
tal vez te sea útil, y así …. mientras creas que puedo serte útil estoy contigo
¿Te parece extraño? Intenta pensarlo …. ¿Por qué me necesitas?
Porque si puedes culpar a alguien o a algo de tu estado de malestar o infelicidad, sientes, por un breve instante, que puedes encontrar la paz. En realidad es una fracción de segundo, ese momento en el que señalas con el dedo y dices «¡es culpa suya!».
Desgraciadamente, la siguiente fracción de segundo ya trae sufrimiento, frustración y quizás… culpabilidad de nuevo… esta vez toda tuya… por haber dicho, pensado, hablado en ciertos términos que… «no encajan».
¡Menuda trampa!
¿Y cuántas cosas no haces, no dices, no te permites porque pueden suponer un riesgo para mí? ¡Estoy bien alimentado!
Te gustaría irte de viaje …. pero a tu marido no le gusta… así que mejor desistir
Te gustaría tener tiempo para ti… pero sabes que tus hijos …. tienes que renunciar a ellos
Te gustaría decirle a tu madre que ya eres mayor y que quieres vivir tu vida… pero ¿cómo la haría sentir eso?… será para otro momento, hace falta paciencia
Te contaré un secreto, en contra de mi buen juicio: ser responsable de la propia felicidad y/o infelicidad… a veces da miedo… ¡así que tenerme contigo es perfecto!
Yo me encargaré de desresponsabilizarte, consolándote por un momento diciéndote que …eres una víctima de la situación…que pobre de ti, tienes las manos atadas, sólo puedes quedarte como están las cosas …. entonces ya sabes, la vida es sufrimiento en su mayor parte.
Ah sí, en esos momentos me reconforta mucho… tienes razón en no querer soltarte.
Por supuesto, cuando a este momento de «consuelo» le suceden la ira y la frustración ….uh….entonces saldría corriendo ¡por las colinas! porque siento que la cosa se está poniendo fea para mí ….que me pueden echar en cualquier momento ….
Pero te conozco desde que eras pequeña y sé cómo mantenerte a raya …. Créeme, es muy fácil que te sientas enfadado y frustrado. Ah perdona, no te he presentado a mi prima. A menudo lo llevo conmigo.
Pero, ¿recuerdas cómo nos conocimos tú y yo? ¿cuándo empezó nuestra historia?
Creo que vine a ti cuando eras bastante joven, suelo hacer mi aparición en la vida de las personas a una edad muy temprana, ¡a veces se me llama para que acompañe a una persona tan pronto como cuando está en el vientre materno! ¡Trabajo duro!
Puede que vinieras al mundo sintiéndote no deseado, pensando que tu llegada podría haber causado dolor a tus padres. Es lo que me gusta llamar «el fallo original». O puede ser que, de forma totalmente inconsciente, tus padres, al no poder darte la vida que hubieras soñado, te hicieran creer que hacías sacrificios y acciones a su costa, sólo por tu propio bien… desencadenando así en ti un gran sentimiento de culpa por no volver a sentirte libre en la vida para hacer algo que pudiera hacerte feliz.
O puede que te acogieran de la mejor manera posible, te quisieran, te abrazaran, te protegieran… y cada vez que intentabas mostrarte como lo que eras, un niño con su propio carácter, sus propios gustos, sus propios deseos, y esto no se ajustaba perfectamente a su idea del hijo perfecto…. te sentías culpable. ¡No eres el hijo perfecto! ¡después de todo lo que hicieron por ti!
Sí, creo que nos conocimos cuando eras niña. Y sí, lo admito, soy yo, la culpa que atenaza al niño que teme hacer daño o decepcionar a los que le quieren, la que todavía hoy te visita …. cuando quieras decir algo a tu mujer o a tu marido, a tu madre o a tu padre, a tu jefe o a tus hijos.
Siempre soy yo quien… quien hoy, como entonces, me insinúo entre lo que deseas y lo que te sientes obligada a hacer para no sentirte culpable por desobedecer las expectativas de los demás.
Y así vives en un eterno dilema…. Yo te veo como un péndulo que oscila entre la delegación total (hago lo que quiere mi mujer, mi marido, mi hijo) y un sentimiento de rebeldía exasperada (¡ya está bien! ¡Voy a mandar a todos a la mierda y a hacer lo que yo diga!).
Y lo siento un poco, aunque no mucho, porque sé que no me abandonarás al hacerlo… pero veo que al «balancearte» de un lado a otro siempre estás en mi trampa. ¿Y tú? ¿lo ves?
Si aceptas vivir la vida que no quieres vivir para no sentirte culpable …. te sentirás mal …. si decides echarlo todo a perder, es decir, te mueves por el impulso de una re-acción … es probable que te sientas mal de nuevo
¿Por qué? porque elegir en paz y autonomía (emocional) es otra cosa. Deja que te lo cuente. Significa emprender una acción, ir hacia algo que has elegido y no huir de algo (como haces cuando reaccionas).
¿Sabes una cosa? También estoy un poco cansada. Todo este trabajo… todo este ser llamado siempre la causa…. si no fuera porque correría el riesgo de desaparecer …y no quiero desaparecer …a veces siento una parte de ti que …intenta pronunciar la palabra …RESPONSABILIDAD …¡qué palabra tan larga! complicada! y luego ¡qué significa! no soy amigo de la responsabilidad.
He oído que ser responsable significa ser capaz de responder. ¿A ti? ¿Puedes responder? a las cosas de la vida?
Vamos, ¿de verdad crees que puedes hacerlo? ¿de verdad crees que podrías llegar lejos sin mí?
Querido sentido de la culpa, gracias por este monólogo. Te escuché, como hago a menudo a lo largo del día. También me ha gustado leer cómo me ves … pero ahora tengo que decirte que estoy cansada, siento que el tiempo se me escapa y siento que hay demasiadas cosas que merece la pena experimentar.
Tienes razón, nos conocimos cuando era niña, me hiciste tanta compañía que tenía miedo de estar sola.
Hoy me he dado cuenta de que lo que me impide vivir la vida que deseo no eres tú, sino la idea de mí misma que he tenido hasta hoy al mirarme a través de tus ojos.
Hoy me he dado cuenta de que lo que me frena sigue siendo ese niño que tiene tanto miedo de no ser amado y aceptado por lo que es.
Y hoy, que ya soy mayor, sé que puedo llevarme a ese niño conmigo al maravilloso mundo de la responsabilidad y el libre albedrío. Le acompañaré paso a paso, le infundiré valor, le haré sentir que no tiene nada que temer, que nunca perderá mi amor, y que juntos, enteros y abiertos a la vida, podremos liberar al marido, a la mujer, a la madre, a la abuela, al padre, al patrón y a los hijos de todas las culpas que les he atribuido a lo largo de los años para justificar mi infelicidad.
Gracias por acompañarme hasta aquí, has sido mi compañera de viaje….pero hoy te pido que te bajes: tren que sale, próxima estación: felicidad.