Lactancia materna: alimento especial para el bebé y la relación madre-hijo.

Lactancia materna: hoy fuertemente defendida por… ¡todo el mundo!

La lactancia materna: un tema importante y complejo porque implica el bienestar integral de la madre (físico, emocional, psicológico) y el del bebé.

Existen valiosas figuras de referencia y apoyo para las madres que desean dar el pecho pero encuentran dificultades para ello: profesionales sanitarios especializados en lactancia materna que también pueden realizar toda una serie de controles técnicos (en primer lugar, los consultores IBCLC y las matronas).

Pero, ¿las dificultades de la lactancia materna son siempre de naturaleza «técnica»?

Por experiencia puedo decir que no.

Y es precisamente en esos casos cuando tener una doula a tu lado puede marcar la diferencia.

Doula: figura no sanitaria, que no visita, no da recetas y en general… no «toca» a la madre, salvo para abrazarla 🙂 .

Entonces, ¿qué puede hacer una doula por una madre que tiene dificultades para amamantar?

La Doula sabe escuchar. La Doula puede mirar. Y de la escucha profunda y la observación atenta, la doula puede extraer elementos útiles para devolver a la madre, elementos que pueden ayudarla a comprender lo que hay debajo de esa dificultad.

Siempre hablamos de la cantidad de emociones por las que pasa una mujer inmediatamente después de dar a luz (y no me refiero sólo a la melancolía posparto), emociones que a menudo no se tienen en cuenta, a las que no se da el espacio adecuado. Si a esto añadimos los lugares comunes, los condicionamientos y las tensiones de quienes nos rodean… es fácil comprender lo fácil que es para una madre primeriza «perderse».

¿Pero sabes cuántas lactancias comienzan con dificultad? ¡Muchos! No tiene nada de extraño.

Es posible que la madre tenga dolor al coger al bebé, que le digan que tiene poca leche, demasiada leche, que tiene mastitis o congestión…

Todo esto nos dice que probablemente hay emociones fuertes en esa madre que no han encontrado otra forma de manifestarse que esa

Y es probable que si a esa madre se le da la oportunidad de procesar y desprenderse de esas emociones, de lo que realmente le duele, vuelva a su estado natural, animal, procediendo a la lactancia con ligereza y confianza, o encuentre de otro modo el camino adecuado para ella.

Personalmente, cuando me llaman para preguntarme si hago lactancia materna, respondo «depende» y les pido que me cuenten brevemente qué dificultad tiene la madre, tras lo cual les explico que la mía no puede ser una intervención técnica y que, si es necesario, puedo dar la referencia de una matrona o de un experto IBCLC. Pero a menudo los que se ponen en contacto conmigo ya han pasado por esos pasos… ya han recibido todas las indicaciones pertinentes, comprobación del apego, consejos sobre cómo colocar al niño, etc… y piden más.

Un ejemplo de todos: una madre que se pone en contacto conmigo diez días después de dar a luz. Por teléfono empezó: ‘Tengo un bebé de pocas semanas, tengo mucha leche pero no puedo darle el pecho, no crece. He vuelto al hospital varias veces estos días para que me ayuden, he contactado con varios profesionales… me han explicado ‘cómo debo hacerlo’ pero nadie me escucha y estoy desesperada».

Ese «nadie me escucha» fue elocuente. Yo respondo: «Vale, puedo hacer algo».

Al día siguiente estoy en su casa; estoy con ella, enseguida me muestra lo que le pasa, los pechos rebosantes de leche y el bebé que no se agarra, el sacaleches a punto… y lágrimas en el bolsillo.

Paso un par de horas con ella… hablamos… me quedo en lo que hay, parto de lo que acababa de ver pasar entre ella y su marido que salía mientras yo entraba… y pieza a pieza vamos armando el rompecabezas de lo que la había llevado a ese estado de sufrimiento… y pieza a pieza en dos días empieza a soltarse… y empieza la lactancia natural – hoy hace más de un año que amamanta felizmente a su bebé.

Yo misma habría necesitado tanto una doula al principio de la lactancia: tenía mucha leche y un bebé voraz que se prendió desde el primer momento sin problemas. Ella crecía muy bien… pero yo sangraba… copas de plata milagrosas… pero por dentro cuántas cosas se movían – al cabo de unos meses conocí a mi doula, desenredé el embrollo y seguí amamantando felizmente.

Hoy sé que aquellas heridas en los pechos hablaban de algo más.

Protectores de pezones, sacaleches, copas… ¿aparatos realmente útiles? Nos parece que nos ayudan allí mismo a sentirnos menos malvados; pero ese mal nos está hablando, y es probable que si lo escuchamos yendo a la raíz del asunto podamos encontrarnos realmente con la auténtica madre que llevamos dentro.

Próximamente un artículo dedicado: Las claves de Metamedicine® en los problemas de lactancia materna

Escrito por Alexandra Francesca D'Alessandro

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