El derrumbamiento del puente de Génova no puede sino ser percibido por todos como una enorme tragedia.
Un abismo que se abre y precipita vidas humanas al vacío.
Cada uno de nosotros se identificó por un momento con los que se vieron directamente afectados por este acontecimiento y «yo podría haber estado allí» estaba en la mente de todos
Es cierto: cualquiera de nosotros podría haber estado allí en ese momento, en ese puente,
pero no fue así
no formamos parte de ese plan
¿Suerte? Quizás
Pero, ¿a qué plan pertenecemos?
Creo que los que aún estamos aquí formamos parte de un plan quizá aún más «aterrador» y «peligroso
El Plan para el Cambio
Formamos parte de aquellos que están llamados a cambiar las cosas, a asegurarse de que el sacrificio de las vidas perdidas en el derrumbe del puente no fue en vano.
A quienes tengan ganas de intentar abrir un espacio de observación «otro»… les dedico estas reflexiones mías muy personales
el puente roto rompió la ciudad, rompió vidas… y rompió mucho más
- rompió la rutina
la rutina de todos nosotros que día tras día hemos cruzado ese tramo de carretera en piloto automático para ir o volver del trabajo al que vamos por obligación; la rutina de horas de cola paradas todos los días (sin que nos demos cuenta ya del valor de nuestro tiempo ahí metidos… «porque es lo normal»); la rutina de tomar siempre la misma ruta para ir al mismo sitio sin darnos cuenta ya de lo que nos rodea
- rompió el muro de silencio y resignación
el silencio de los que llevan mucho tiempo viendo y sabiendo, de los que se han acostumbrado a vivir con un puente de autopista apoyado en el tejado de su casa y lo han asumido, el silencio de todos nosotros que siempre hemos tendido a pensar «así son las cosas, qué se le va a hacer
- rompió la soledad
la soledad de tantos de nosotros acostumbrados a ir y venir solos en nuestros coches, acostumbrados a interactuar «lo justo» con nuestros vecinos durante el día porque estamos demasiado cansados y acosados por nuestros propios problemas, indiferentes a lo que ocurre a nuestro alrededor, a las desgracias de los demás, no por falta de corazón sino por falta de «recursos
ha roto, o mejor dicho no, nos está dando la oportunidad de romper (y aquí radica la «aterradora» tarea mencionada anteriormente) que sistema» que está llevando a la destrucción de nuestro planeta y a la aflicción de la humanidad
Para ponerlo en un plano material, podríamos decir un sistema de corrupción, de prevaricación, de desvinculación total de la propia condición humana que lleva a algunos seres humanos a pensar que pueden especular o enriquecerse a costa de la piel de otros seres humanos sin darse cuenta de que formamos parte de un todo y que ese mal, ese dolor, ese sufrimiento se extenderá, tocando a todo y a todos.
Tratando de ampliar un poco más nuestra visión, podríamos decir que este colapso nos está dando la oportunidad de romper un sistema de automatismos en el que muchos de nosotros hemos perdido el rumbo, en el que muchos de nosotros ya ni siquiera nos damos cuenta de que no sabemos lo que queremos, en el que muchos de nosotros no nos damos cuenta de que estamos gobernados diariamente en nuestras «elecciones» por el miedo.
Cada vez que razonamos en términos de culpa, odio, venganza, justicia sumaria, provocación, ira…. perdemos la gran oportunidad de bendecir aquellas vidas que fueron llamadas al sacrificio para darnos algo mucho más grande
La tarea a la que estamos llamados da «miedo» porque puede dar mucho miedo: amar (porque de eso se trata) puede dar mucho miedo
¿Amor? ¿Amor? ¿ante semejante estrago? ante tanto dolor? a tantos intereses económicos y políticos?
sí
pero cuidado! amar no es hacer OHM e intentar sentirse bien! – amar es estar ahí, de verdad
amar es rebelarse – de forma sana, pura, no instrumental (pienso en nosotros como ciudadanos y en la política que, por mucho que nos repugne… nos representa, nos guste o no es un espejo nuestro)
amar es tener justicia – pero justicia de verdad (no sumaria, no instrumental para el desahogo de frustraciones e iras personales); y recordemos que la justicia, por su propia naturaleza, incluye el perdón
amar es tener el valor de no culpar al exterior y comprender lo que cada uno de nosotros puede hacer para mejorar este mundo, nuestro mundo, honrar las vidas de los que ya no están aquí y honrar nuestras vidas cada día
volviendo a lo que decía al principio y quedándonos en la práctica diaria, en lo que cada día en nuestro «pequeño» (que no es pequeño) podríamos verlo así:
amor y honor puede ser la vida:
- detén tu rutina y pregúntate por la mañana cuando subas al coche: ¿adónde voy? ¿por qué voy a ir allí? ¿es realmente ahí donde me gustaría ir? si no es ahí donde quiero ir, ¿cómo puedo cambiar algo?
amar y honrar la vida podría ser
- cambiar de perspectiva durante el viaje – si no puedo cambiar el destino como el lugar al que me dirijo, puedo cambiar la forma de viajar – los nuevos caminos que recorremos ahora, que ya no hay puente, son una oportunidad para volver a estar presentes ante nosotros mismos; algunos tenemos la sensación de perdernos en estos primeros días – disfrutemos de esta oportunidad
nuevas carreteras, nuevas rutas, nuevos puntos de vista (por ejemplo, paisajes, barrios) nuevos puntos de referencia (una nueva cafetería donde desayunar), la necesidad de prestar atención a dónde estoy y a dónde voy (porque la nueva carretera implica que el conductor auomático no puede trabajar)
amar y honrar la vida podría ser
- sentir el placer de hacer un trozo de camino con alguien, tal vez compartiendo el viaje, incluso con un desconocido -el mismo desconocido al que tenemos el deseo de ayudar cuando nos vemos envueltos en una tragedia- ¿por qué tiene que ser la tragedia la que una? ¿por qué la unión, la solidaridad que ha florecido en estos días no puede ser alimento diario para todos nosotros?
un puente se ha derrumbado… nos corresponde a nosotros llevar la luz y el amor para derribar un sistema que está destruyendo todo y a todos
este es nuestro verdadero reto, esta es nuestra responsabilidad
Ánimo amigos, el amor nos espera
Quiero estar allí, ¿tú no?